Aunque los automóviles con motor diésel fueron apaleados, ahora un estudio hecho por expertos asegura que los gases de los motores de gasolina no se quedan atrás

Un estudio hecho la universidad alemana de Rostock ha analizado las emisiones de los coches de gasolina modernos con filtro de partículas y concluye que son peores de lo que se pensaba, cuando los diésel fueron seriamente condenados.
A lo largo de la última década hemos asistido a un fenómeno que nadie esperaba: la demonización del motor diésel. Este fenómeno cobró un mayor impulso a raíz del Escándalo de Volkswagen destapado por la EPA en 2015, justo hace diez años. Ahora, un estudio mantiene que los gases de los coches de gasolina modernos son peores.
El estudio lo ha elaborado el centro de investigación alemán Helmholtz Munich, junto con la Universidad de Rostock, y se ha publicado en el portal Science Advances.
Esta investigación pone ahora el foco en los motores de gasolina y, concretamente, en la eficacia de los filtros de partículas que equipan obligatoriamente desde la normativa Euro 6d (la que sigue vigente).
Además, advierte que las emisiones de los coches de gasolina modernos, aunque cumplen con la normativa europea, pueden volverse mucho más nocivas tras liberarse a la atmósfera.
Las emisiones de los coches de gasolina modernos son más nocivas

La investigación del centro alemán se centró en un coche de gasolina equipado con un filtro de partículas, una tecnología que ya se utilizaba en los vehículos diésel desde la Euro 5 para reducir las emisiones procedentes de la combustión y, desde la Euro 6d también los de gasolina.
Según la investigación, los gases de escape recién emitidos no mostraron efectos citotóxicos detectables en las células pulmonares humanas.
Sin embargo, después de sufrir un envejecimiento fotoquímico, a través de un proceso de transformación natural impulsado por la luz solar y los oxidantes atmosféricos, se volvieron considerablemente más tóxicos.
"Las emisiones envejecidas causaron un daño considerable al ADN y estrés oxidativo tanto en células epiteliales alveolares cancerosas como en células epiteliales bronquiales normales. Esta toxicidad no solo se asoció con partículas recién formadas [...] sino también con compuestos volátiles oxigenados, como los carbonilos, generados durante su permanencia en la atmósfera", detalla el estudio.
No hay diferencia entre coches con filtro y sin filtro de partículas

Por otro lado, el estudio destaca que “las emisiones de los vehículos de gasolina modernos, que cumplen con la actual norma europea de emisiones de escape Euro 6d, aún conducen a la formación de SOA [aerosol orgánico secundario] que excede los niveles de POA [aerosoles orgánicos primarios] ( 27 , 28 )”.
Además, “no se observó ninguna diferencia aparente en la formación de SOA entre un vehículo de gasolina ligero EURO 5, equipado con un GPF [filtros de partículas de gasolina], y un automóvil de gasolina EURO 6b sin GPF ( 28 , 29 )”.
“Por lo tanto, la implementación de las normas de emisiones de escape sólo tiene un éxito parcial en la supresión de PM 2.5 [materia particulada fina inhalable] de los vehículos de gasolina considerando su origen primario y secundario combinados, concluye.
Desde Phys.org subrayan que, si bien la norma Euro 6d garantiza bajas emisiones en el tubo de escape, no tiene en cuenta las transformaciones químicas que experimentan dichas emisiones una vez liberadas al medio ambiente.
Es decir, la normativa actual mide las emisiones producidas inmediatamente después de la combustión, pero no cómo se comportan cuando salen por el tubo de escape. Y esto es un problema ya que las emisiones filtradas siguen siendo tóxicas cuando se exponen a la luz solar.
En este sentido, la investigación señala que “recientemente, el aerosol orgánico secundario (SOA) (…) se asoció con un mayor riesgo de muerte por enfermedades cardiorrespiratorias en los Estados Unidos. Se sabe que los vehículos de gasolina son fuentes principales de formación de SOA en áreas urbanas, que está dominada por la oxidación atmosférica de COV aromático emitido como combustible no quemado o formado en el proceso de combustión”.
Demonización del diésel, ¿fue justa?

La demonización del diésel ha sido tal que las ventas se han desplomado en los últimos años, hasta representar un porcentaje anecdótico. Tanto es así que, en un país como España, donde el diésel gozó de una popularidad altísima, hoy se venden más coches eléctricos que de gasóleo.
Pero, detrás de esta culpa al diésel hay muchas cosas de las que no se hablan. Las mismas autoridades que llevan años criticando este combustible son las mismas que décadas atrás decían que había que comprar un coche diésel.
Esta tendencia comenzó en los 90 y, de manera más acusada, en los 2000. En consecuencia, todo el mundo empezó a comprar un coche diésel, independientemente del uso que se le fuese a dar. El resultado ha sido ciudades con elevados índices de contaminación.
Porque, en efecto, el diésel contamina más, por su naturaleza y por el funcionamiento del motor de combustión, frente a uno de gasolina. Otra cosa es que los coches diésel modernos emitan menos CO2, gracias a todas las tecnologías que equipan para reducir las emisiones (válvulas EGR, filtro de partículas, catalizador con AdBlue, etc).
El motor diésel es un buen motor, el más eficiente que hay, y es ideal para vehículos pesados y conductores que hacen un chorro de kilómetros anuales. Pero no es recomendable para quien circule principalmente en ciudad o haga un uso esporádico del coche.
Aquellas autoridades que incentivaron la compra de vehículos diésel sabían que contaminaban más, pero dio igual. Luego, nos dijeron que era malo y había que pasar a la gasolina o, mejor aún, a los electrificados. El fraude de Volkswagen con los motores trucados aceleró el proceso de electrificación.
Ahora que el diésel está casi muerto, ¿es el momento de acabar con los motores de gasolina y, de esta manera, por fin, imponer el coche híbrido y, sobre todo, el eléctrico? Pues veremos si es lo que se persigue.
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Etiquetas: motores gasolina, Diésel, Motores de combustión